Amo los aviones
Amo los aviones. Anoche mientras el Boeing 767 de American Airlines que me trajo a los Estados Unidos se alejaba del aeropuerto de Pudahuel, me acordé de esto. He tenido la suerte de haberme subido a muchos aviones en mi vida. El primero fue a los pocos meses de vida en dirección a España, y el más reciente fue hace pocas horas en dirección a Silicon Valley.
La adrenalina imprime una sonrisa en mi cara cuando el avión empieza su carrera contra el final de la pista, hundiéndote con toda su potencia contra el respaldo del asiento, demostrándole a tu mente incrédula que un gigantesco armatoste de metal si puede volar como el pájaro más liviano. Pero descubrí que mi parte favorita no era esa, como yo mismo creía.
La parte que más me fascina, son los últimos dos o tres minutos inmediatamente después del despegue o antes del aterrizaje, cuando el paisaje debajo tuyo deja de ser un mancha minúscula, y se empieza a alejar (o acercar). Cuando puedes ver la gente, pequeñita, caminando. Cuando los grandes camiones parecen de juguete y te puedes imaginar tomando uno y cambiándolo de camino. Cuando empiezas a reconocer lo que está sucediendo ahí abajo, y todas esas situaciones pasan por debajo tuyo a más de 500 kilómetros por hora. Si no fuera por el sonido ensordecedor que sienten los que están en tierra, me encantaría que este momento durara 10 o 15 minutos. También me gustaría que tuvieran ventanas más grandes, pero esa es otra historia.
Pero escribo este post por otra razón.
Creo que a todos los que leen este blog les debo una explicación. Lo he tenido botado. Ruego me disculpen. Los que también leen FayerWayer, habrán notado que mi nivel de publicación ha aumentado considerablemente allá. Hace un tiempo tome la decisión que si tenia una o dos horas al día para publicar algo, debía hacerlo en FayerWayer. Ha dado resultado, ya que este último mes todas las semanas rompemos un nuevo récord de visitas, links o pageviews. Si le sumamos a eso todas las cosas en las que estoy metido, las reuniones, los llamados y correos electrónicos, y entenderán que recién cuando me alejo de Santiago tengo unos minutos para publicar aquí.
De hecho, desde el Miércoles de la semana pasada hasta el Lunes en la mañana, todos los Aardvarks nos escapamos a la playa para poder encerrarnos y avanzar en la nueva versión de Zimio. Todo lo que les puedo decir es que se afirmen a sus asientos, porque lo que se viene, va a haber valido la espera.
Durante los próximos días voy a estar en Silicon Valley, invitado por Intel a unas conferencias donde estarán presentado los proyectos de investigación que están financiando en el mundo. Este alejamiento me va a dar tiempo para poder contarles un poco más sobre qué exactamente es todo lo que estamos haciendo, y los cambios que estamos tratando de realizar en la oficina para poder dedicarnos más a nuestros sueños. Ojalá eso signifique poder volver a dedicarle más tiempo a este blog también, pero por el momento les recomiendo que lean FayerWayer.