Más grande es más mejor
El iPad Pro de 12.9″ se convirtió en mi dispositivo favorito para trabajar en movimiento. En gran medida por su tamaño.
Hoy gran parte de mi trabajo sucede lejos de una oficina. Esto lo estoy escribiendo arriba de un avión, usando lo que se ha convertido en mi dispositivo de trabajo favorito: Un iPad Pro con Smart Keyboard.
Tanto ha modificado mi forma de trabajar, que decidí escribir algo al respecto.
Se que la mayoría de nosotros cuando escuchamos hablar de un iPad o cualquier otro tablet, hoy casi ya no prestamos atención.
Es que desde que aparecieron los primeros iPad hasta hoy, pareciera que poco ha cambiado.
Quienes probaron un tablet en su momento y encontraron algún nicho de uso — ya sea el dispositivo que usan los niños para ver YouTube Kids o el artefacto que usábamos pocas veces al mes para navegar tumbados en el sofá — asumieron que todo el discurso “post PC” estaba sobrevalorado.
O al menos asumo que no soy el único, porque esa había sido mi percepción estos últimos años.
Por un lado los computadores se estaban haciendo cada vez más portátiles y algunos incluso sumaban pantallas táctiles. Por el otro lado la pantalla de los celulares no paraba de crecer con cada nueva generación que se lanzaba, dejando muy poca diferencia con la pantalla de un tablet.
Parecía que este tercer dispositivo iba a ser extinguido por sus pares.
Viva el lápiz
Por muy digital que sea mi trabajo, todavía no he podido encontrar una tecnología que pueda reemplazar la velocidad de capturar una idea que te permite un lápiz.
Ya sea trabajando a solas en mi escritorio, donde siempre tengo un gran block de dibujo justo debajo de mi teclado, o en una reunión colectiva dónde el pizarrón reúne las ideas de todos, el lápiz o rotulador se hacen invaluables.
Así que siempre que han anunciado algún tipo de lápiz digital que intenta replicar la experiencia, me lanzo a probarlo.
El Note 5 de Samsung fue uno de los primeros dispositivos con los que realmente disfrutaba trabajar con el lápiz — lejos había quedado la experiencia del stylus de mi fiel Palm Treo 650, el último celular que tuve antes de cambiarme al iPhone original.
Pero aunque la pantalla del Note 5 era más grande que la mayoría, no era lo suficientemente grande para la experiencia que buscaba. Pero lo menciono ya que fue la primera vez que sentía que estábamos cerca de la experiencia análoga a un precio relativamente accesible.
Eso me hizo descubrir — curiosamente en un viaje a Japón, aunque es un producto de EEUU — la Boogie Board Sync, otro de mis dispositivos favoritos, que lamentablemente bautizaron con un desafortunado nombre y un peor diseño.
Esta Boogie Board es una tableta muy básica con pantalla e-ink, que sólo sirve para capturar lo que dibujes sobre ella y sincronizarla vía Bluetooth con tu celular o computador.
Por primera vez sentía que estaba dibujando sobre papel y no sobre una pantalla, en un dispositivo que se enciende y apaga en menos de un segundo, con una gran superficie pero muy poco peso, una batería cuya duración se mide en días o incluso semanas, y todo eso por menos de USD $100. Altamente recomendada.
Lo único que puedo decir en contra del Boogie Board es que sirve sólo para una cosa y que si dibujas muy rápido no captura todo el detalle — lo muestra correctamente en su pantalla, pero al sincronizarlo a otros dispositivos muchas veces me encontraba con líneas incompletas.
Pero aún así, es un dispositivo que mis hijos y yo usamos todo el tiempo. ¿Mencioné que es resistente? Su horrible diseño está pensado justamente para eso, si lo sumas a su peso liviano, el resultado es un objeto que puedes manipular con confianza sin preocuparte de su fragilidad.
Otro dispositivo con lápiz que me ha gustado muchísimo, aunque sólo pude probarlo por menos de una hora, es el Microsoft Surface Studio. Un computador de escritorio similar al iMac, pero cuya gran pantalla táctil de 28″ puedes acostar para utilizarlo como si fuera una mesa de dibujo similar a las que usan los arquitectos. Muy bien Microsoft.
Aunque por más que he intentado, jamás podría usar un computador con Windows, definitivamente consideraría ese computador si pudiera instalarle macOS — y ya que estamos soñando, un dispositivo como ese con el que pudieras alternar entre iOS y macOS sería el nirvana.
Así que cuando a fines de 2015 Apple anunció un iPad de casi 13″ con un lápiz que prometía replicar la experiencia de dibujar sobre papel, mis expectativas eran altas.
Imaginaba algo así como lo mejor del Samsung Note 5 con lo mejor del Boogie Board Sync. Afortunadamente para mi, ese fue exactamente el resultado.
Obviamente lo primero que quise probar fue el Apple Pencil y efectivamente aunque estés escribiendo o dibujando sobre vidrio, tiene suficiente fricción y amortiguación para sentir que es algo más cercano al lápiz sobre papel.
No es perfecto, pero si es lo suficientemente atractivo para encontrarme utilizándolo casi siempre en vez de un lápiz y papel tradicional.
Es difícil alabar el Apple Pencil, sin evitar cuestionar en que estaba pensando Jony Ive cuando no diseñó ninguna forma de llevarlo cómodamente junto al iPad Pro. Una cosa es lo extraño que se ve conectado al puerto lightning para cargar, pero por suerte sólo necesitas conectarlo 15 segundos para obtener 30 minutos de uso. Pero otra es que mientras el teclado y el iPad se transportan en perfecta armonía, el Pencil debe buscar su propio transporte (tu bolsillo, una mochila, etc) ya que no hay una forma integrada de transportarlos todos juntos.
Es un detalle, lo sé, pero es el tipo de detalles que le da fama a Apple. No me cabe duda que pronto nos sorprenderán con una mejor solución.
El poder de un PC, con el sistema operativo de un celular
Quizás la primera gran sorpresa fue el hecho de poder realmente trabajar con un iPad. No era la primera vez que intentaba trabajar con una tableta, pero si fue la primera vez en que no sentía que lo estaba haciendo de manera forzada.
La combinación de pantalla grande, amplia memoria, procesador poderoso y teclado de tamaño completo, hizo que rápidamente empezara a realizar casi todas las labores que realizaba con mi MacBook Pro en este iPad Pro.
La mayoría de las cosas eran bastante naturales, como navegar por internet, leer y escribir correos, editar fotos y videos, modificar presentaciones y planillas de cálculo.
En gran medida porque hace un par de años empecé a elegir plataformas y aplicaciones que funcionaran nativamente en la nube, ya fuera G Suite de Google con Sheets y Docs, o iWork de Apple con Keynote y Pages usando iCloud.
Por suerte todos esos servicios antes descritos tienen versiones nativas para iPad. Claramente las de Apple funcionan de manera casi perfecta, sólo extrañando un par de funciones avanzadas de Keynote que únicamente pude encontrar en la versión para Mac — que en mi opinión no hay razón para que no existan en la versión de iPad. Hoy casi todas mis presentaciones las armo y presento directamente desde Keynote en el iPad.
Las apps de Google también funcionan bastante bien, pero mi planilla de cálculo favorita, Google Sheets, lamentablemente no está pensada para ser utilizada en un iPad con teclado.
Utilizar las funciones con la pantalla táctil son un éxito, pero sorprende que algo tan básico como copiar y pegar desde el teclado con ⌘-C y ⌘-V no funciona. Incluso me sorprendí al ver que las flechas del teclado me permitían subir y bajar de una celda a otra, pero no funcionaban al intentar moverme de una columna a otra con las flechas hacia la izquierda o derecha. Se pueden imaginar la frustración de no tener esas herramientas en una planilla de cálculo. No se si es culpa de Apple o de Google, pero que alguien arregle eso por favor.
Casos como Google Sheets han sido la excepción. En su mayoría son gratas sorpresas, como descubrir que la aplicación móvil de mi banco tenía versión para iPad y que me permitía hacer la mayoría de mis trámites bancarios de manera más cómoda y eficiente que usando su página web o aplicación móvil.
O descubrir que gracias a que iOS ahora soporta certificados digitales, podía cargar mi firma electrónica al sistema operativo y acceder a todas las funciones del Servicio de Impuestos Internos de Chile, para realizar todos los trámites contables y tributarios, emitiendo facturas y boletas desde la comodidad de mi iPad.
A medida que ha ido pasando el tiempo aumenta cada vez más la cantidad de labores que realizo en el iPad, que antes sólo hacía en mi Mac.
Una de las principales razones por las que estoy prefiriendo hacer las cosas en el iPad, es gracias a iOS.
Como bien saben, el sistema operativo del iPad y del iPhone está basado en el mismo sistema operativo del Mac. Tienen la misma arquitectura moderna y robusta, pero en iOS se ha simplificado la interfaz e interacción de manera dramática para mejorar la experiencia de uso.
El resultado entonces es que la mayoría de las aplicaciones te entregan una interfaz simplificada y el mismo sistema operativo te invita a hacer sólo una cosa a la vez.
No me malentiendan, iOS tiene multitasking e incluso puedes dividir la pantalla para utilizar dos aplicaciones en paralelo — una novedad que llegó el 2015 con iOS 9 y se agradece mucho — pero nunca llegarás a tener tantas ventanas o widgets como sucede en un computador. Eso se agradece de manera infinita.
El iPad te invita a enfocarte en una acción a la vez y a hacerlo de la forma más eficiente posible. Si quiero complejidad, flexibilidad y sofisticación, busco mi Mac. Si quiero simplicidad, foco y eficiencia, hoy busco mi iPad. Por lo tanto podrán deducir que casi siempre estoy buscando el iPad.
Creo incluso que no exagero al decir que las únicas cosas que exclusivamente hago en mi Mac las puedo agrupar en dos: Por un lado diseñar y maquetear con aplicaciones como Sketch, Pixelmator, Photoshop o Illustrator; y por otro lado programar y gestionar mis servidores personales, ya que todavía no he podido replicar la comodidad de trabajar con múltiples pantallas — trabajo con 3 pantallas simultáneas tanto en mi casa como en mi oficina — y la combinación específica de aplicaciones que me gusta utilizar para esas labores.
Aunque dudo que algún día pueda reemplazar las herramientas de diseño que uso en el Mac para lograr la misma experiencia en el iPad, si estoy empezando a reemplazar la mayoría de las cosas que hago cuando trabajo con código o líneas de comando: La combinación de Working Copy como cliente Git, Textastic como editor de código más cliente FTP/SFTP y Prompt 2 como cliente SSH, ayuda a resolver la necesidad para la mayoría de los casos.
Aunque todavía no les puedo recomendar que la experiencia vaya a ser tan efectiva como en mi Mac (difícil abandonar las 3 pantallas), hay algo que estoy disfrutando mucho más que con mi computador y la razón por la cual las labores intensivas en texto las estoy prefiriendo hacer desde mi iPad: Su teclado.
Oda al teclado
Es importante aclarar, como varios ya deben saber, que el iPad Pro no trae teclado. Tanto el teclado de Apple al que me refiero aquí, bautizado como Smart Keyboard, como el Apple Pencil, deben ser adquiridos por separado.
En mi opinión, el iPad Pro no es “Pro” si no le agregas un teclado. Aunque puede funcionar con cualquier teclado Bluetooth y hay múltiples marcas alternativas de carcasas con teclado integrado, personalmente mi fascinación con esta tableta es casi exclusivamente por el Smart Keyboard.
Mis amigos gamers les dirán que no hay nada como los teclados con botones gigantescos que al presionarlos sientes que estás hundiendo cada dedo en un profundo valle recordando las viejas máquinas de escribir de 1975.
Pero personalmente prefiero teclados que tengan el más bajo perfil posible para que cada dedo deba recorrer lo menos posible, pero sin perder la sensación táctil de estar hundiendo botones. En mi experiencia es la forma más cómoda y rápida de escribir.
La combinación de un bajo perfil casi al ras de la mesa, una textura de un material mucho más orgánico y amable que cualquier otro teclado, pero con el mismo mecanismo que encuentras en la más reciente generación de MacBooks de Apple, es la mejor experiencia para escribir que he probado en mi vida.
No se si puedo resumir mi fascinación por el iPad Pro exclusivamente en el teclado, pero hoy no existe otro teclado con el que prefiera trabajar.
Sin embargo eso no quiere decir que sea perfecto. Por ejemplo el botón “Fn” o “Function” se echa de menos. Tengo el hábito de hacer scroll en una página larga con las teclas para “Avanzar Página” (Page Down) y “Retroceder Página” (Page Up), sin embargo esa acción no la puedo replicar en el iPad.
En su reemplazo hay un botón “🌐” dedicado para cambiar de idioma o acceder a los emoji. Aunque se agradece esa acción, no me cabe duda que combinando el botón “Fn” con otra tecla se podría haber logrado el mismo resultado y de paso sumando toda las otras combinatorias que permite esa tecla.
Larga vida al iPad
Creo que ya me he extendido demasiado con esta declaración de amor al iPad Pro. Obviamente no es un dispositivo perfecto, pero hoy es mi dispositivo preferido.
Ni siquiera voy a profundizar en su extraordinaria pantalla, con un brillo y rango de colores extraordinario, que en sus 12.9″ tiene más pixeles que mi Apple Cinema Display de 27″. Es un placer editar fotos, videos o ver Netflix cómodamente arriba de un avión — en una pantalla mucho más grande que incluso varias cabinas de Clase Ejecutiva, pero en dimensiones que cómodamente caben en la bandeja de Clase Turista.
Tampoco voy a alargarme hablando de la excelente duración de batería, quizás otra de las grandes razones por las cuales siempre lo uso. Me sorprende que incluso después de días de intenso uso, cada vez que lo abro tiene bastante carga para otra larga sesión de trabajo. Intento acordarme de cargarlo todos los días, pero no es extraño pasar dos días sin enchufarlo a la corriente eléctrica y aún así tener suficiente carga para una larga sesión tomando notas en una reunión.
Algunos no se acostumbran a tener que reemplazar el mouse con la pantalla táctil, pero en mi caso tanto me he adaptado que hoy me encuentro varias veces tocando la pantalla de mi MacBook Pro.
Lograr la experiencia ideal del iPad Pro no es barata. Aparte de los USD $799 que cuesta el tablet de 32 GB, hay que sumarle otros USD $169 para el teclado y $99 para el lápiz.
Adicionalmente yo recomiendo el adaptador HDMI, necesario para proyectar las presentaciones en una reunión pero especialmente práctico para ver tus series de Netflix en el televisor del hotel, lo que suma otros USD $49.
El paquete completo asciende a USD $1.116 antes de impuestos, por lo que probablemente no sea para todos. Pero si eso está dentro de tu presupuesto, el iPad Pro fácilmente se puede terminar convirtiendo en tu dispositivo favorito.