Welcome To Chilecon Valley, Latin America’s New Center Of Innovation

This column originally appeared in Forbes on September 3, 2014.

According to the Organization for Economic Co-Operation and Development (OECD), Chile is one of the countries in Latin America that provides the most comprehensive support tools for entrepreneurial startups. And in late 2013, Santiago was named one of the world’s top 5 innovation hubs.

The early days

I’ve always seen Chile as a great place to grow a company, having started several ventures here, including Betazeta and FayerWayer. But my experience goes back twenty years and wow, have things changed.

I started my first company in 1996 when I was 15 years old and had no clue I was becoming an entrepreneur. The word wasn’t even used in Chile. The dotcom boom helped me and others discover alternate paths to look for a job at a big company once you left college—as a matter of fact, I dropped out of college after just the first year.

Another big influence on my entrepreneurial efforts and technology in Chile is Endeavor, a global non-profit that helps to promote entrepreneurship that started over 15 years ago. Even though the Chilean tech boom has only made headlines these past couple of years, I would say it has been pushed strongly by Endeavor for over a decade.
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Autos, buses, trenes, barcos y aviones: Internet en todas partes

Debido a mi trabajo me toca viajar bastante y con eso he podido probar lo bueno, lo malo y lo feo de conectarme a internet desde casi cualquier vehículo en movimiento.

La primera vez que me conecté a internet de forma inalámbrica fue el año 1999 con un Nokia 6120. Olvida el Bluetooth y el 3G, en esa época tenías que alinear el puerto infrarrojo de tu celular con el puerto infrarrojo de tu computador portátil, cruzar los dedos, rezar a San Expedito y esperar que esta tecnología de punta hiciera su magia. Cosas como la luz del Sol brillando sobre el puerto infrarrojo, era suficiente para que no pudieras escuchar el “oh-ouh” de ICQ. Pero era una muestra de lo que se venía: Poder conectarte a internet en cualquier momento y en cualquier parte.

En estos 12 años todo ha cambiado. Desde la cobertura de la señal celular, hasta velocidades inalámbricas de verdadera banda ancha, pasando por todo tipo de artefactos y tecnologías que te permiten conectarte con un solo click.

Radio por internet en el auto es una posibilidad real hace tiempo, aunque los fabricantes de autos aún no se den cuenta.

Debido a mi trabajo me toca viajar bastante y con eso he podido probar conectarme a internet desde casi cualquier vehículo en movimiento. El primer lugar fue arriba de un auto (obviamente como pasajero), navegando desde el celular o usando el celular como modem conectado via Bluetooth al computador. Mi primera reacción fue preguntarle al conductor a que velocidad íbamos y sorprenderme al escuchar que a 127 Km/h estaba navegando por internet sin problemas. Muy atrás había quedado 1999. Hace unos años estaba volviendo desde la playa el día de las elecciones presidenciales y le pedí a un pasajero del auto que se conectara desde mi celular a la señal en vivo de un canal de televisión para escuchar el recuento de los votos. Sin problemas y en segundos el celular estaba transmitiendo el video en vivo, viajando a toda velocidad por la autopista.

El experimento que más alegría me produjo fue un viaje por la autopista en que quise ver que tan lejos podía viajar escuchando música por internet en el auto. Usando Grooveshark en el celular, me puse a reproducir mi lista de canciones y para mi grata sorpresa pude viajar más de 150 kilómetros hacia el sur de Chile sin perder un solo acorde. Radio por internet en el auto es una posibilidad real hace tiempo, aunque los fabricantes de autos aún no se den cuenta.

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Larga vida a Steve

Nunca escondimos en FayerWayer la admiración que le tuvimos a este señor, de hecho a veces fue tanta la cobertura que le dimos a él y sus inventos, que “AppleWayer” se convirtió en uno de los seudónimos de esa comunidad.

No importa si eres fanático de Apple o si es una marca que te genera rechazo, la muerte de Steve Jobs es un momento triste para todos los verdaderos fanáticos de la tecnología. Era un personaje carismático y polémico, mientras algunos lo seguían con ciega devoción, ese nivel de fanatismo obsesivo hacía que otros no pudieran soportar leer su nombre. Pero es innegable la influencia que tuvo en todos los productos tecnológicos que hoy usamos, no sólo los de Apple.

Personalmente, la muerte de Jobs me produce el mismo nivel de tristeza que cuando murió Jacques Cousteau o Ayrton Senna. Personas que por diversas razones me causan admiración. Eran los mejores en lo que hacían y en el caso de Cousteau y Jobs, fueron los que inventaron la industria a la que le dedicaron sus vidas. Pero lo que más me marcaba, era que se dedicaban con pasión a lo que hacían.

Reconozco que fui fanático de Apple antes de ser fanático de Jobs.

Steve Jobs fue el tipo que inventó los artefactos que definieron mi vida profesional. Mucho antes que fuera “cool” tener un producto Apple, llegó a mi casa un Macintosh Classic II en 1992. Mi primera reacción fue de rechazo, mientras todos mis amigos tenían computadores “PC Compatibles”, yo tenía un “PC” que no era compatible y no me permitía compartir juegos con ellos. Pero mientras ellos tenían que controlar sus computadores con el teclado y sus pantallas mostraban gráfica de baja resolución, me di cuenta del beneficio de tener un computador que “simplemente funcionaba” (como diría El Jobso), con gráficos de alta calidad (para una pantalla monocromática), sonido de alta calidad (aunque fuera monofónico) y… un mouse! Era mucho más avanzado que cualquier cosa que ofreciera la competencia. Rápidamente me hice fanático y sin darme cuenta me convertí en un “evangelizador Apple”, tratando de convencer a cuanta persona me escuchara de olvidar los beneficios de ser “compatible” y apostar por un Mac.

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Finalmente la música será nuestra para siempre

Los sellos no han logrado ver que no son las descargas ilegales lo que está matando la música, sino sus propias prácticas draconianas.

Comprar algo y que eso sea tuyo suena obvio, pero en el caso de la música o las películas, nunca ha sido así. Si en 1968 fuiste de los primeros en comprar el “Album Blanco” de Los Beatles, lo hiciste en un LP (un disco de vinilo). Luego, en los años 80, si querías escuchar ese disco en tu auto, tenías que volver a pagar para tenerlo en cassette. Diez años después, nuevamente tenías que pagar por las mismas 30 canciones si querías escucharlo en tu reproductor de CD. Hoy si quieres tener esas canciones legalmente en tu iPod, una vez más tienes la oportunidad de volver a sacar tu billetera para pagar nuevamente por esos mismos 93:35 minutos de música que ya has pagado en múltiples ocasiones en el pasado. Eso, sin contar si también participaste de los múltiples formatos de vinilo, el cassette digital (DCC) o MiniDisc. Mismo caso para las películas con los Betamax, VHS, DVD y Blu-ray.

Son los sellos discográficos, dueños de la industria musical, los que te han hecho pagar múltiples veces por el mismo material. Un negocio que sería ilegal en cualquier industria: Obligarte a desembolsar dinero más de una vez por algo que ya es tuyo.

Cuando compramos música, no estamos pagando el costo del soporte físico de esa música; si así fuera, “The Beatles” en CD hoy costaría menos de 33 centavos de dólar. Estamos pagando el tiempo y talento de los músicos, productores e ingenieros de sonido que alegran nuestros oídos. Pero también le pagamos al sello sus costos de marketing, difusión y distribución, los costos y utilidades que tienen que considerar otros intermediarios, así como los beneficios para la tienda que finalmente nos entrega la música. Al final de todo el ejercicio, al bolsillo de los músicos llega menos del 10% de lo que pagaste.

Son los sellos discográficos, dueños de la industria musical, los que te han hecho pagar múltiples veces por el mismo material. Un negocio que sería ilegal en cualquier industria: Obligarte a desembolsar dinero más de una vez por algo que ya es tuyo. Aunque ya habías pagado por esas 30 canciones de Los Beatles, con cada nuevo formato te cobraban precio completo, todos los derechos, todos los costos, todas las utilidades. Lo lógico hubiese sido que te permitieran pasar tu vinilo a cassette o tu CD a MP3, ambas cosas consideradas ilegales aunque ya fueras dueño del vinilo o CD. La otra opción es que te hubieran permitido pagar sólo el costo del soporte físico del nuevo formato o un precio muy reducido, respetando que ya habías pagado precio completo por el formato anterior, pero no lo hicieron.

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La Singularidad

Aunque el ser humano aparece hace 200.000 años, ha habido más innovación en los últimos 150 años que en toda la historia previa.

Hace 130 años, la ampolleta incandescente llegó al mundo y éste cambió para siempre. Aunque fue Benjamin Franklin y la famosa historia que cuenta cómo elevaba cometas durante una tormenta lo que literalmente aterrizó el fenómeno eléctrico a la realidad cotidiana, lo cierto es que ésta no tuvo un uso doméstico, hasta que Thomas Edison patentara la ampolleta incandescente en 1880. Decimos patentar y no inventar, porque Warren de la Rue ya había hecho una ampolleta en 1840.

Con la producción y difusión masiva de la ampolleta dejamos, de un momento a otro, de depender del Sol para trabajar. Ahora podíamos funcionar en los horarios que quisiéramos, incluso de forma continuada. Los refrigeradores se pudieron masificar, permitiendo el transporte y almacenamiento de alimentos en buen estado por mayor tiempo, cambiando nuestras prácticas de recolección y alimentación. Las máquinas que fueron posibles gracias a la electricidad permitieron liberar a los humanos de realizar labores peligrosas o agotadoras, y, de paso, aumentaron la velocidad con que muchas de esas labores eran realizadas. Todo eso empezó hace sólo 130 años.

En los primeros 10 años del siglo XXI ha habido más innovación que en toda la primera mitad del siglo XX.

Si el humano moderno aparece hace 200.000 años y los hábitos modernos lo hacen hace unos 50.000 años, es increíble pensar que la humanidad ha tenido más cambios dramáticos en los últimos 150 años que en toda su historia previa. En este plazo hemos visto la invención del teléfono, la ampolleta, los rayos X, el automóvil, los paneles solares, el cine, el avión, la fotografía a color, la radio, la televisión, los computadores, la exploración espacial, internet, el e-mail, la telefonía celular, la web, el GPS y Wikipedia, por sólo nombrar algunos. Eso sin contar los innumerables avances médicos y curas de enfermedades, llegando hasta la secuencia del genoma humano, nuestro ADN, recién completado hace siete años. Es más, en los primeros 10 años del siglo XXI ha habido más innovación que en toda la primera mitad del siglo XX. Una curva de inventos y descubrimientos en constante aceleración exponencial, donde ya casi nada parece imposible. El mundo cambió y sigue cambiando.

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Ha muerto la televisión, ¡larga vida al televisor!

Llevo 6 años sin TV Cable y nunca más volví, pero recién ahora se empieza a ver luz en el horizonte de la televisión por internet.

Hace 6 años, 4 meses y 13 días corté mi cuenta de TV Cable y nunca más volví. Fue el mismo día que corté mi línea de teléfono fija, un acto que quizás genera menos interrogantes entre quienes lean, que la idea de cortar la llamada “televisión pagada”, pero al menos para mi hace tiempo que quedó igual de obsoleta. Del llamado “triple play” de conexiones en mi casa sólo necesitamos una: Internet.

Creo que el modelo actual de televisión no tiene sentido.

No es que no me guste la televisión, de hecho soy fanático. Semanalmente veo una docena de películas y series. Sigo las noticias y los eventos de actualidad en vivo. Vi el rescate de los mineros al mismo tiempo que ustedes, pero por internet. Veo los partidos de la selección y la contingencia internacional sin falta.

No es porque sea tacaño y esté buscando la forma de no tener que pagar para ver televisión. Mucho del contenido que consumo es pagado y algunos meses incluso gasto más de lo que gastaba antes. Pero no con un modelo de costo fijo mensual donde pago lo mismo todos los meses, sin importar si ese mes estuve de viaje y no consumí un sólo minuto de televisión.

No es porque fuera una cruzada tecnológica personal para demostrar que el mundo cambió y puedo funcionar de una forma diferente. No se me ocurriría sacrificar mi comodidad para tratar de demostrar una idea. Por el contrario, elegí ese camino porque me resultaba más fácil y cómodo.

Creo que el modelo actual de televisión no tiene sentido.

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Extrayendo Litio en el Salar de Atacama

Este mineral que hoy es el estómago de nuestros dispositivos tecnológicos, puede dejar de serlo en el futuro, por lo que debemos ser cuidadosos con una eventual “fiebre del oro” al explotarlo.

Está en tu celular, tu reproductor MP3, en tu portátil y (si eres Sir Richard Branson), en tu automóvil eléctrico. Las baterías Li-Ion, o baterías de iones de litio, son hoy las baterías más eficientes e inteligentes utilizadas en productos electrónicos de consumo masivo. Su principal ingrediente, litio, tambien utilizado en aplicaciones médicas, casi siempre proviene de lagunas de evaporación (o “salinas”) como en la imagen superior.

Chile es actualmente el principal extractor de litio en el mundo, obtenido principalmente del Salar de Atacama. Con una extensión de 3.000 km2, es el tercer salar más grande del mundo y se cree que contiene un 40% de las reservas globales de este mineral. El salar está ubicado en la mitad sur del Desierto de Atacama, considerado el desierto más seco del mundo al tener extensas zonas con ningún registro histórico de precipitaciones.

Debajo de la seca capa de corteza del desierto, existen depósitos líquidos de salmuera de litio, que son bombeados a la superficie. Esta salmuera es luego esparcida en lagunas de evaporación, donde se deja que el desierto haga su trabajo evaporando el agua y dejando como resultado un barro de salmuera con altas concentraciones de litio. Finalmente es cargado en camiones, deshidratado por completo y exportado a los fabricantes de baterías alrededor del mundo.

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Quiero un televisor inteligente

Después de casi 10 años de espera, Chile finalmente decidió la norma de televisión digital que cubrirá los aires de nuestra loca geografía.

Si todo sale bien, antes del puntapié inicial de la Copa del Mundo Sudáfrica 2010, cualquier persona con un televisor capaz de sintonizar la norma japonesa ISDB, podrá ver la transmisión televisiva más nítida y colorida de toda nuestra historia.

touchscreen-tv

Todavía quedan al menos 8 años para que las transmisiones análogas sean cortadas por completo y los viejos televisores queden obsoletos. Pero después de 10 años de espera, la sola idea de una norma de televisión digital terrestre ya está empezando a sonar igual de añeja. Viendo cómo nuestros hábitos de consumo han cambiado en la última década y viendo que nos demoramos 10 años en tomar una decisión para el país — y eso es cuando nos apuramos — ya tenemos que empezar otra discusión que es más importante que la norma de televisión digital terrestre.

¡Viva ISDB-Tb!

Es mi creencia que la decisión del gobierno por adoptar la norma japonesa fue la más acertada. Es la más avanzada, eficiente y completa de todas. Tiene todo lo mejor de la europea y norteamericana, y mucho que ninguna de las anteriores tiene, como la capacidad de cubrir mayores áreas geográficas, usando menos energía que las otras. Técnicamente es una muy buena decisión.

Adicionalmente, en Sudamérica prácticamente todos los países han optado por esta misma norma. En el mundo análogo, Chile, Argentina y Brasil tienen tres normas televisivas diferentes. Pero en el mundo digital, todos tenemos la misma, y al parecer pronto seguirá también Ecuador y Venezuela. Gracias a esto, a partir de hoy una fábrica en Chile podría exportar televisores a cualquiera de nuestros países vecinos, así como los brasileños ya han asegurado fábricas de Toshiba y Samsung en su país para proveer al resto del continente. Económicamente es una muy buena decisión.

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A competir por el centro de Internet

Una conversación con Vinton Cerf.

Hace un par de semanas tuve la oportunidad de sentarme a conversar durante media hora con Vint Cerf. Para los que nunca habían escuchado ese nombre, lo que les diré a continuación quizás haga que nunca lo olviden: Vint Cerf es la persona más comúnmente llamada “el padre de Internet”, la persona que co-diseñó el protocolo TCP/IP en 1972, que luego fue usado para desarrollar la arquitectura subyacente de Internet que seguimos utilizando hoy.

En la conversación con Vint le pregunté sobre un problema que hemos comentado anteriormente en esta columna: el enlace internacional de los países latinoamericanos.

Para recapitular, recordaremos que a diferencia de la creencia popular, la mayoría del tráfico de Internet no pasa por satélites, si no por gigantescos cables submarinos bordeando los continentes. Como Internet nació en Estados Unidos, casi todos estos cables se dirigen hacia el país del norte, convirtiéndolo informalmente en el centro de todo.

Debido a la ubicación geográfica de Chile, tenemos cables saliendo desde Valparaíso y Arica, hacia el norte. Lo mismo sucede desde Argentina. Ambos países somos el final del camino para los cables submarinos que vienen desde el hemisferio norte.

Los países de América Latina tenemos mejor conexión hacia Estados Unidos, que entre nosotros mismos.

Hace años sucedía algo similar en Europa, tanto para el tránsito de datos como de llamadas telefónicas. En ciertas ocasiones, un llamado telefónico cruzaba el Atlántico desde Inglaterra hacia Estados Unidos antes de volver a cruzar el océano de regreso hasta su destinatario en España. Hoy gracias a iniciativas públicas y privadas de interconexión, ese recorrido insólito ya no sucede.

Hacia finales de los 90, en Chile sucedía algo similar con Internet. La demanda de usuarios comenzaba a aumentar junto con la cantidad de proveedores de conectividad. Aunque todos tenían enlaces internacionales, casi ninguno estaba interconectado localmente. Es decir, si te conectabas a un proveedor chileno y querías enviar un correo a un usuario de otro proveedor local, el correo debía ir de Chile a Estados Unidos para luego volver a Chile. Eso significaba usar los costosos y saturados enlaces internacionales, aun cuando el recipiente estuviera a pocos metros de distancia en la misma ciudad.

Esto hizo que en 1997 Chile se convirtiera en el primer país de América del Sur en implementar un NAP (Network Access Point), interconectando a los proveedores de Internet nacionales en puntos de acceso urbanos para que el tráfico nacional evitara dar media vuelta al mundo cuando el emisor y receptor fueran locales.

En 1998 siguió Argentina con su NAP y así sucesivamente hasta que prácticamente todos los países del continente hoy cuenten con NAP o PIT (Punto de Interconexión de Tráfico Internet) locales.

Pero volvamos a Vint. Al comentarle sobre el dilema de nuestros datos recorriendo los océanos, muchas veces tomando el camino largo para llegar a un país vecino, le pregunté cómo podíamos fomentar la interconexión entre países en uno o múltiples NAP regionales. Su respuesta fue directa:

“Tiene que ser una iniciativa de los gobiernos”.

Fácil para él decirlo, pero ojalá fuera tan fácil hacerlo.

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Tan lejos, tan cerca

Hace un par de semanas, Telefónica Chile fue fuertemente criticado al lanzar un servicio residencial de banda ancha gratuito llamado “Banda Ancha Libre”. Las críticas se resumían, en pocas palabras, en que el servicio no era ni banda ancha, ni libre.

La idea detrás de Banda Ancha Libre es que tu compras el módem y lo conectas a una línea de telefonía fija de Telefónica Chile, e inmediatamente estás navegando gratuitamente a una velocidad de 300 Kbps, pero sólo por la reducida oferta de sitios web nacionales. Si quieres navegar a una verdadera banda ancha de 1 Mbps y a todo lo que Internet tiene para ofrecer, tienes que pagar CLP$ 1.500 (US$3) por día.

Las críticas se han centrado en el filtrado que la conexión gratuita hace con la navegación nacional e internacional, ya que sólo un puñado de los sitios más visitados por chilenos están en Chile. Decir que tienes conexión a Internet cuando no puedes acceder ni a un 1% de la información disponible, es como tener un teléfono con el que no puedes hacer llamadas.

El problema sacó a la luz un tema en lo que no pensamos mucho: Internet nacional e internacional. Porque sí, efectivamente existen dos. Internet nació en Estados Unidos y a medida que se fue internacionalizando, la mayoría de las conexiones apuntaban hacia ese país. Pero aunque mucha gente piensa que Internet llega por satélites, en realidad ese sistema es muy lento y caro.

La forma en que la mayoría de nuestros datos prefieren viajar, aunque usted no lo crea, es por gigantescos y extensos cables submarinos. Chile tiene dos puntos de enlaces principales hacia el resto del mundo. Un cable sale desde Santiago y otro desde Arica, y ambos paran en Lima y Panamá antes de continuar hasta Estados Unidos. Prácticamente todo lo que los chilenos vemos en Internet llegó por esa vía. Dentro del territorio chileno casi todos los proveedores de Internet están conectados entre sí y luego comparten las caras conexiones submarinas para salir al resto del mundo.

La razón por la cual no se ofrecen conexiones de banda ancha más rápidas en Chile es porque los proveedores tienen limitadas conexiones internacionales y no podrían garantizar altas velocidades a muchos clientes. Según TeleGeography, el 2008 se utilizó menos de un tercio de la capacidad de los principales enlaces submarinos. El precio de estos es tan alto que algunos proveedores nacionales han dicho que tendrían que cobrar casi 1.000 dólares mensuales para garantizar una conexión internacional de 10 Mbps a todos sus clientes.

En comparación, las conexiones nacionales son casi gratuitas para los proveedores. GTD, por ejemplo, ofrece conexiones nacionales de 100 Mbps por unos 350 dólares mensuales (lo que podemos traducir como 3.5 dólares por megabit). Telefónica se dio cuenta que podía aumentar su cartera de clientes al regalar la conexión nacional y cobrar por el uso internacional, donde realmente está su costo de conectividad.

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