Aunque el ser humano aparece hace 200.000 años, ha habido más innovación en los últimos 150 años que en toda la historia previa.
Hace 130 años, la ampolleta incandescente llegó al mundo y éste cambió para siempre. Aunque fue Benjamin Franklin y la famosa historia que cuenta cómo elevaba cometas durante una tormenta lo que literalmente aterrizó el fenómeno eléctrico a la realidad cotidiana, lo cierto es que ésta no tuvo un uso doméstico, hasta que Thomas Edison patentara la ampolleta incandescente en 1880. Decimos patentar y no inventar, porque Warren de la Rue ya había hecho una ampolleta en 1840.
Con la producción y difusión masiva de la ampolleta dejamos, de un momento a otro, de depender del Sol para trabajar. Ahora podíamos funcionar en los horarios que quisiéramos, incluso de forma continuada. Los refrigeradores se pudieron masificar, permitiendo el transporte y almacenamiento de alimentos en buen estado por mayor tiempo, cambiando nuestras prácticas de recolección y alimentación. Las máquinas que fueron posibles gracias a la electricidad permitieron liberar a los humanos de realizar labores peligrosas o agotadoras, y, de paso, aumentaron la velocidad con que muchas de esas labores eran realizadas. Todo eso empezó hace sólo 130 años.
En los primeros 10 años del siglo XXI ha habido más innovación que en toda la primera mitad del siglo XX.
Si el humano moderno aparece hace 200.000 años y los hábitos modernos lo hacen hace unos 50.000 años, es increíble pensar que la humanidad ha tenido más cambios dramáticos en los últimos 150 años que en toda su historia previa. En este plazo hemos visto la invención del teléfono, la ampolleta, los rayos X, el automóvil, los paneles solares, el cine, el avión, la fotografía a color, la radio, la televisión, los computadores, la exploración espacial, internet, el e-mail, la telefonía celular, la web, el GPS y Wikipedia, por sólo nombrar algunos. Eso sin contar los innumerables avances médicos y curas de enfermedades, llegando hasta la secuencia del genoma humano, nuestro ADN, recién completado hace siete años. Es más, en los primeros 10 años del siglo XXI ha habido más innovación que en toda la primera mitad del siglo XX. Una curva de inventos y descubrimientos en constante aceleración exponencial, donde ya casi nada parece imposible. El mundo cambió y sigue cambiando.
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