Confía en los datos
O por qué la arrogancia mata y debemos aprender de nuestros errores.
El doctor que descubrió que lavarse las manos reducía infecciones, murió en un instituto para enfermos mentales porque todos pensaban que estaba loco.
Hace 173 años, un obstetra llamado Ignaz Semmelweis en Viena observó que lavarse las manos adecuadamente ayudaba a prevenir infecciones. Aunque no fue capaz de ofrecer una explicación científica aceptable, los datos le daban la razón: Muertes por fiebre puerperal se reducían a un décimo cuando los doctores se lavaban las manos.
El estamento médico no quiso aceptar los datos de Semmelweis porque iban contra el conocimiento establecido y consideraron una ofensa ya que su estatus de caballeros era contrario al pensamiento de que sus manos podían estar sucias. En pocas palabras, por simple arrogancia.
Casi 20 años después de su descubrimiento, Semmelweis fue internado en una clínica psiquiátrica porque pensaron que estaba loco, donde murió al poco tiempo solo y olvidado.
Poco después de su muerte en 1865, Louis Pasteur confirmó la teoría de Semmelweis, y Joseph Lister impulsó ampliamente el uso de métodos antisépticos en la medicina.
La soberbia del estamento médico establecido atrasó el bienestar colectivo de todos por dos décadas, simplemente porque se rehusaron a tomar decisiones a partir de datos en vez de hacerlo con las creencias que les convenían.
No sea como ellos. Lávese las manos y confíe en los datos.