La Fascinante Complejidad de Nuestros Sistemas (2025)
Vivimos dentro de sistemas complejos —biológicos, sociales, económicos y naturales— pero seguimos intentando gobernarlos como si fueran simples. Este libro no propone más control, sino mejor diseño: comprender la interdependencia para anticipar crisis y cuidar la vida moderna.
“Cuando observamos las dinámicas actuales en democracias y economías, podemos concluir que nuestras instituciones están lejos de estar adaptadas frente a la complejidad sistémica del siglo 21.”
— Jeannette von Wolfersdorff
Mi libro favorito del 2025. Me acompañó en la mochila a todas partes. Pude saborearlo con calma, releer varios capítulos y avanzar sin apuro. No por falta de interés, sino todo lo contrario, cada página tiene una densidad de información alucinante que requiere tiempo de asimilación, lo que me motivaba a compartir con todos mis cercanos lo que iba descubriendo (partiendo por mi adorada Eva que me escucha con interés y paciencia cuando me apasiono con un tema). Ojalá lo leyeran todos los que gobiernen instituciones, públicas o privadas.
Soy un enamorado de los sistemas complejos, por lo que el libro “La Fascinante Complejidad de Nuestros Sistemas” (2025, Taurus) de Jeannette von Wolfersdorff me capturó desde la portada (con el color correcto, ¡además!).
Vivimos inmersos en sistemas complejos. Nuestro cerebro, nuestro cuerpo, nuestra familia, sociedad, estado, mercado, planeta; son todos sistemas complejos.
Un sistema es un conjunto de partes que interactúan entre sí. Un sistema complejo no es simplemente uno “difícil”. Es uno donde las relaciones importan más que las partes. Donde las causas no producen efectos inmediatos. Donde pequeñas decisiones pueden amplificarse, y grandes intervenciones pueden no tener el impacto esperado.
En un sistema complejo no se puede aislar una variable sin alterar el resto.
Por eso solemos fracasar cuando intervenimos sin comprender, como nos enseñó Dörner en “La Lógica del Fracaso” (1996).

Como ya advertía Walden (1854), comprender los sistemas vivos exige observar sus ritmos, no imponerles los nuestros.
Viento de cambio
El libro comienza recordando la velocidad de los cambios en nuestra era moderna.
La autora destaca que vivimos un viento de cambio, cuya velocidad y complejidad sólo aumenta, pero es aún más difícil de ver porque está ocurriendo en todas las capas al mismo tiempo: la biológica, la social, la económica, la tecnológica, la institucional y la ecológica.
Aunque aplica para el mundo entero, el ejemplo chileno funciona como espejo.
Un país moderno en su superficie, pero organizado con herramientas de otra época. Mercados diseñados para certidumbres lineales. Instituciones que procesan lento. Una democracia que no logra metabolizar la velocidad del presente.
No es falta de Estado. No es exceso de mercado.
El desafío no es ideológico, es sistémico.
Un país complejo administrado con herramientas para un mundo que ya no existe.

Fuller (1963) insistía en que no se trata de reformar sistemas obsoletos, sino de diseñar otros nuevos que los vuelvan irrelevantes.
Seis ideas para un mundo interdependiente
Las seis ideas del libro funcionan como una especie de cartografía. No prometen simplicidad. Prometen comprensión.
Mostrar cómo los sistemas se conectan, cómo aprenden, cómo amplifican errores y cómo requieren reglas que evolucionen con ellos.
Aunque cada capítulo aborda un sistema distinto (cerebral, biológico, social, económico, político, natural), son usados en conjunto para revelar un patrón común:
- Todo sistema vivo aprende. La adaptabilidad es una condición de supervivencia.
- El exceso de simplificación genera errores. La linealidad es una ilusión.
- La retroalimentación es información vital. Sin feedback, los sistemas colapsan.
- Los incentivos moldean el comportamiento. Diseñar mal los incentivos daña el sistema completo.
- Coordinación importa más que control. Sistemas complejos requieren colaboración, no centralización rígida.
- El largo plazo es el único plazo que importa. Sin visión sistémica intergeneracional, el corto plazo destruye resiliencia.
Cada idea actúa como un lente para entender por qué nuestras instituciones actuales fallan y cómo podríamos transformarlas.
Aquí el aporte central es político, pero no partidista: la pregunta no es cuánto Estado o cuánto mercado. Es cómo diseñamos un sistema democrático y económico que aborde la complejidad de la vida moderna.
Un sistema que aproveche las herramientas de esa misma modernidad — la tecnología, los datos, la inteligencia colectiva, la participación — para anticipar crisis en lugar de reaccionar a ellas.
Necesitamos instituciones capaces de aprender, adaptarse y coordinarse — no para simplificar la complejidad, sino para trabajar con ella.
Sumado a eso necesitamos una economía regenerativa, que reconozca que vivimos en un sistema cerrado e interdependiente, que todo aporte al beneficio colectivo es reconocido adecuadamente y viceversa.
Darwin nos enseñó en 1839, que no sobrevive el más fuerte, sino el que mejor se adapta a sistemas cambiantes.
Transformar antes que seamos transformados
Jeannette von Wolfersdorff nos recuerda algo que olvidamos cada vez que simplificamos el mundo para poder administrarlo: todo está conectado.
Lo fascinante no es que los sistemas sean complejos, sino que siguen funcionando a pesar de nuestra obsesión por controlarlos.
La conclusión es simple, pero no sencilla: El cambio viene igual, por voluntad o por crisis.
La invitación de Von Wolfersdorff es anticiparlo. No temer a la complejidad del desafío. Reconocer que vivir en sistemas requiere diseñar para sistemas.
Porque anhelamos la reconfortante simplicidad, cuando lo que realmente necesitamos es apropiarnos de la temida complejidad.

Cada capítulo está acompañado de una hermosa y asertiva ilustración por Francisco Olea.