La nueva era espacial
Más logros aparentemente imposibles, más rápido que nunca.
Hace dos meses una empresa llamada Blue Origin (fundada por Jeff Bezos de Amazon), hizo historia al lanzar un cohete al espacio y recuperarlo aterrizando de forma vertical.
Hace dos días esa misma empresa se superó al ser la primera en reutilizar un cohete para llegar al espacio (101.68 KM). Esta vez más encima llevaba una cápsula para pasajeros que también regresó intacta.
SpaceX (fundada por Elon Musk de Tesla y PayPal), hizo algo aún más extraordinario justo antes de Navidad, siendo capaz de lanzar y recuperar un cohete que alcanzó la órbita terrestre — casi el doble de distancia y 10 veces la velocidad requerida para alcanzar el espacio.
Se acaba de abrir un capítulo exponencialmente extraordinario para la exploración espacial.
Si consideramos que cada lanzamiento del transbordador espacial le costaba a la NASA entre $450 millones y $1.500 millones de dólares y los costos de lanzar a la órbita terrestre un cohete reutilizable bordean el medio millón de dólares (sin contar el costo inicial de US$60 millones por fabricar un Falcon 9 de SpaceX), se acaba de abrir un capítulo exponencialmente extraordinario para la exploración espacial.
Después de muchas expectativas y promesas de SpaceX, Blue Origin o Virgin Galactic (de Richard Branson), finalmente podemos darle la bienvenida a una nueva era espacial. No sólo porque hoy hay emprendedores acercando las fronteras del espacio junto a las agencias espaciales, pero porque este avance de disciplinas paralelas acelera exponencialmente el conocimiento en general. La maravillosa inteligencia colectiva.
Lo mejor de todo es que no son sólo los billonarios del mundo los que están aportando a este crecimiento exponencial. Es extraordinario ver gente como mi amigo Emiliano Kargieman que en 2010 fundó Satellogic en Bariloche (Argentina) y ya tiene tres nanosatélites en órbita — con su software y hardware liberados bajo licencias abiertas para el beneficio de todos.
Cuando Bezos tenía 18 años dio un discurso en su colegio donde declaraba que su sueño era crear “hoteles espaciales y ciudades de 2 o 3 millones de habitantes orbitando la tierra”. Gracias al éxito de Amazon, fundó Blue Origin el año 2000 con sólo 36 años. Hoy, 16 años más tarde, sus cohetes están haciendo historia y él está cada vez más cerca de cumplir su sueño adolescente.
Que alucinante vivir en una época en que estos sueños imposibles se pueden hacer realidad y que esta nueva era espacial esté acercando el espacio más rápido de lo que imaginamos.