Ministerio de Tecnología, Chile
Transantiago. Una palabra que causa dolores de cabeza a quién la escuche. Sinónimo de mala gestión, mala coordinación y mala implementación. Excusa predilecta para el atraso de otros compromisos del Gobierno. Utilizada recientemente por el vocero Vidal cuando anunció el atraso -- por quinta vez -- de la definición de la norma de televisión digital en Chile: “No queremos otro Transantiago”.
Un problema para un tercio del país, pero que tiene los recursos tomados de un ministerio que también debe preocuparse de problemas que afectan al país completo.
Mucha gente olvida que el Ministerio de Transportes también es el de Telecomunicaciones (MTT).
El Ministro Cortázar debe preocuparse de los recorridos de las micros por Santiago, pero también de la banda ancha, de los celulares y de la televisión. Pero no de los computadores en los colegios ni la alfabetización digital, eso es responsabilidad del Ministerio de Educación. Tampoco del desarrollo de la industria nacional de tecnologías de información, ni las políticas de software libre, ni la agenda digital en general, eso es responsabilidad del Ministerio de Economía. Tres, no uno, deben coordinar proyectos con recursos designados por el Ministerio de Hacienda.
Tenemos la banda ancha más cara y lenta de los 30 países de la OECD -- sin mencionar que lo que se ofrece en Chile ni siquiera es considerado “banda ancha” por la Unión Internacional de Telecomunicaciones. Sólo uno de cada cinco hogares en Chile tiene acceso a internet. Sólo hay un computador por cada 30 niños en el sistema educativo.
En vez de promover estándares abiertos y software libre en las instituciones públicas -- como lo han hecho Japón, Noruega, Holanda, Francia y hasta Brasil -- el Ministerio de Economía firma acuerdos totalitarios con un sólo proveedor, Microsoft. El Ministerio de Educación anunció hace un año la compra de 240.000 computadores tradicionales antes del 2010, cuando podría comprar un millón, si eligiera alternativas como el OLPC o Classmate. El MTT lleva 7 años analizando y estudiando cual norma de televisión digital terrestre se aplicará en el país y acaba de aplazar la decisión por tercera vez en un año -- mientras Uruguay y Brasil ya han comenzado transmisiones.
Esas son sólo algunas de las marcas en la manchada “Agenda Digital” del estado. Por eso me parece irrisorio escuchar al Subsecretario de Telecomunicaciones hablar de nuestro liderazgo tecnológico en la región.
¿Quién se hace cargo de la tecnología en Chile? Un ministerio que entiende del tema pero anda distraído por otros problemas, y dos ministerios que no entienden nada del tema y andan tomando las decisiones equivocadas. En resumen, nadie. Por eso el Gobierno de Bachelet ha creado el Comité de Ministros para el Desarrollo Digital.
Mientras el pasado de Chile – la agricultura y la minería – tiene ministerios, el futuro de Chile tiene un comité. Si queremos ser un país desarrollado, debemos dejar de tener una economía basada y concentrada en nuestros recursos naturales. Si queremos realmente ser un actor relevante en la industria global de tecnologías de la información y comunicaciones, necesitamos un Ministerio de Tecnología que se pueda concentrar en el futuro de Chile.
El Gobierno de Chile ya tiene “otro Transantiago” con su agenda digital. Necesitamos que a éste le dediquen tanta energía y recursos como al original.
A principios de Marzo del 2007 empecé a comentar en mi columna semanal de la Radio Horizonte la necesidad de tener un Ministerio de Tecnología en Chile. La primera vez que salió publicado algo así, fue en una entrevista para la revista Cosas. Luego, casi un mes después, escribí un largo artículo en este blog sobre las falencias en políticas públicas en materia tecnológica. Nuevamente insistí en la necesidad de tener un ministerio que se hiciera cargo de la tecnología en Chile. Ha pasado casi un año y poco ha avanzado – incluso ha retrocedido. Con miedo a sonar como un disco rayado, escribí esta columna para la revista Poder & Negocios (un nombre que no deja mucho espacio a la interpretación), exigiendo una vez más un compromiso responsable del Gobierno con el futuro de Chile.