Un blogger sin memoria

Entrevista en revista Qué Pasa por Natalia Cabrera.

Un blogger sin memoria

Lo hackearon. Hace dos semanas, Leo Prieto — uno de los bloggers y geeks chilenos más conocidos — vio con horror que le habían borrado los archivos de su página personal leo.prie.to. Todos los documentos que había ido guardando durante más de seis años ya no existían. Sus conmovidos seguidores le han ayudado, poco a poco, a recuperar su perdida “memoria digital”.

Cuando se enteró Leo Prieto (30) se estaba subiendo a su auto. Era la noche del sábado 15 de agosto y sus planes, hasta ese minuto, comenzarían con una cena junto a su polola. Pero un llamado quebró la rutina. “Te tengo una pésima noticia: te hackearon el blog personal”, alcanzó a escuchar al otro lado de la línea. Y para Prieto, dueño de FayerWayer -uno de los blogs de contenido tecnológico más importante de Latinoamérica-, eso fue como si le hubieran entrado a robar a su casa. Porque los hackers habían borrado todo. Más de mil artículos y 7 mil comentarios. Seis años y medio de trabajo. Para él, ésa fue una noche de duelo.

La noticia copó la primera plana de los portales de tecnología del país. Nada raro. Prieto es marca registrada en el mundo web nacional. Un tipo conocido. Que ha desarrollado plataformas tecnológicas para distintas empresas, que ha creado portales, que escribe columnas en los medios, que se ha convertido -entre amores y odios- en algo así como la voz chilena autorizada si de temas tecnológicos se trata.

La historia dice que a los 13 años recibió su primer ordenador, un Mac portátil. Que en vez de jugar a la pelota, se encerraba a dibujar y diseñar en su computador. Que se devoró los primeros y tímidos avances de internet. Y que para 1995, con 15 años cumplidos, creó su primera página web: un sitio amateur que ofrecía el servicio de crear portales. Empezó, de a poco, a sumar clientes. Al primero le cobró $50 mil por diseñarle un website. Prieto iba en segundo medio y del colegio pasaba a sus reuniones de negocios. Con uniforme. Y con la certeza de que había nacido para esto.

En 1998 entró a estudiar Diseño, pero desertó a los pocos meses. Le entretenía más el trabajo de diseñar páginas web. Al año siguiente decidió legalizar ImageMaker Studios, la empresa ficticia que creó cuando era menor de edad. Contrató a 40 personas. Y dice que le fue bien: “Todo era nuevo. No había nadie que diseñara páginas web o que manejara bien el lenguaje online. Yo sí sabía. Era un pendejo, pero las empresas me necesitaban”. Al poco tiempo, lo llamó Bci. Querían encargarle su website. A los 20 años, Leo ya tenía su empresa, manejaba la estrategia digital del tercer banco más importante de Chile y aún vivía con su mamá.

Visitó Silicon Valley el 2000, invitado por el entonces presidente, Ricardo Lagos. Recuerda que gozó como un niño. “Me autosacaba fotos al lado de Lagos y las subía a internet. Fue increíble ser el más joven en la comitiva”. De regreso, se fue a vivir cinco meses a Zapallar, al borde del mar. Allá, todavía a cargo de ImageMaker Studios, diseñó el sitio del Museo Precolombino y una vez por semana venía a Santiago para supervisar su empresa. En 2003 partió a Nueva York. No tenía ganas de volver. De hecho, el 2004 vendió su empresa. Pero la muerte de su padre lo hizo regresar al año siguiente.

Siguió trabajando. Y en 2005 dio vida a FayerWayer, su blog tecnológico que hoy recibe 65 mil visitas diarias en promedio. Antes, en 2003, había creado su página personal http://leo.prie.to. La misma que fue hackeada esa noche de sábado en la que Leo Prieto sintió que se fue a negro.

La “Leotón”

Hackear un sitio web implica tiempo. Leo Prieto estima que se necesitan cinco meses para robarse una clave personal típica. A él lo han hackeado más de una vez. En 2006, FayerWayer sufrió su primer atentado tecnológico. El del 15 de agosto fue el segundo, pero esta vez a su blog personal. “No entiendo cómo alguien puede desperdiciar minutos de su vida para embarrar la del otro. Ese hacker podría ganarse la vida como consultor de seguridad. Pero en cambio, decide basurear sólo para reírse. Sin ni un beneficio para él”, dice. Está enojado. Porque esta vez le pegaron en el corazón. En el sitio que creó para reportarse con familiares y amigos. Donde había acumulado años de su vida en fotos y videos. Y donde subió la carta que le escribió a su padre cuando murió.

Ese sábado a mediados de agosto, apenas subió a su departamento después del llamado telefónico, buscó desesperado algún respaldo de sus archivos. Pero la comunidad geek del país ya había empezado a moverse para protegerlo. Los hackers habían hecho pública la clave de Prieto, la que él usaba en su blog, en sus mails, en Facebook. Quienes se percataron de ello en la red, rápidamente le tendieron un salvavidas: usaron esa información para entrar a dichos sitios y cambiar la clave. Así evitaron daños mayores. Prieto cuenta que esa noche mucha gente lo llamó por teléfono para avisarle que lo habían ayudado. Que ahora podía respirar un poco más tranquilo.

Pero faltaba recuperar las fotos, textos y comentarios de su página personal. Y de nuevo, sus groupies respondieron. A dos días del ataque, un ciberfan le contó que en 2005 le gustó tanto una nota que subió, que la guardó. Y ahora se la enviaba de regreso. Lo mismo le pasó a otro con una del 2006. Poco a poco, fueron apareciendo más navegantes con algún material rescatado. Pero faltaba mucho. Y aunque Leo hizo respaldo de sus archivos, éste sólo cubría el 2007. Hasta que apareció el que, de seguro, debe ser el fanático más ferviente de Leo Prieto. Uno que guardó todas las notas que éste había publicado en los seis años y medio de leo.prie.to. El mismo que le envió casi 20 megabytes de su vida.

La pica

“Cuando te va bien, inevitablemente le estás quitando pega a otro. Hay gente que me odia por no haber estudiado, por ser reconocido en los medios, por hacer tanto ruido”, explica Prieto, al buscar razones del hackeo. Pero no alardea. Porque para él su fama es consecuencia de su pasión. Dice que FayerWayer se hizo tan popular porque abarca un nicho que estaba ignorado: “No existía un puerto para reunir a todos los raros que gozamos con la tecnología y disfrutamos pasar horas delante de un computador”. Latinoamérica y Chile, agrega, necesitaba a un ñoño que hablara sobre estos temas.

Partió escribiendo columnas especializadas. Después, llegó a los medios. Y sin pensarlo mucho, Leo Prieto se convirtió en el vocero de las nuevas tecnologías en Chile. Apareció en comerciales de marcas tecnológicas. Empezó a dar charlas en universidades como líder de opinión digital. En 2000 fue nombrado uno de los Top 100 International Web Developers por el sitio ChannelSeven, y en 2006 El Mercurio lo situó 56 en el ranking de los 100 jóvenes más influyentes. Ser tan cool, dice él, molesta al resto. “Hablar de nuevas tecnologías implica al nerd que sólo respira computador. Entonces llego yo como el referente del tema, que sale en la tele, que le va bien. Eso pica”.

Pero dice que no es culpa. Que su marca tomó peso porque nadie más se animaba a figurar en el medio y que no le afecta que lo reconozcan cuando va de vacaciones a España o que en México lo feliciten al ver el logo de FayerWayer en sus poleras. El único pecado que confiesa Leo Prieto es atreverse. “Yo tengo mil amigos computines más secos que yo, pero que les da lata salir en los medios. A mí no. Yo aprovecho esas oportunidades. Y lo hago porque quiero transmitir un mensaje”.

Desde el año pasado, junto a Francisco Sandoval, dirige Betazeta: una red de comunidades que reúne a los navegantes en torno a sus intereses específicos y cuyo gran negocio es vender publicidad por internet. La empresa, dice Prieto, va a vender $400 millones en su primer año como vitrina online para marcas.

El proyecto, dice, representa a los nuevos medios. Porque, según él, la única plataforma sustentable en el futuro próximo es internet: “Somos testigos de cómo el New York Times, por ejemplo, está cayendo. Los medios tradicionales están perdiendo audiencia. En poco tiempo, todo se va a hacer por internet”. A un año de su lanzamiento, las comunidades de Betazeta -que van desde agendas culturales a grupos ecológicos- son las más visitados en Latinoamérica. Junto a su socio, ganaron el Emprendedores Globables Endeavor 2009 por la idea.

“El éxito de nuestros productos, más que beneficiar a nuestra empresa, nos ayuda a todos. La idea es que existan más medios, más comunidades, más redes. Ésta es la premisa: mientras un niño de una población sea educado con la tecnología del mouse, más opciones tenemos de crecer”, explica. Por eso le gusta hacer ruido. Por eso da entrevistas. Por eso figura. Aunque en su cruzada deba ver cómo intrusos hurgetean su sitio web más personal y dejan, al menos un buen rato, su memoria digital reducida a cero.